domingo, 10 de enero de 2010

LA CARTA A LOS OBISPOS... OTRA VEZ

Hace unos años, brotó como inocentemente la P.E.A. (Plataforma de Estudiantes por la Apostasía) en la facultad de filosofía de Donosti. Realmente todo quedó en la redacción de un manifiesto en forma de carta abierta a los obispos, que terminó publicandose en nuestra revista SOLïLOQUïO (número B, Octubre 2006). Y luego, todo se detuvo como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo yo suelo recordar mucho esos días en los que mantuvimos algunas discusiones sobre el asunto de la iglesia y la sociedad, sobre el bautizo y la apostasía. Y lo recuerdo porque de alguna manera me parece que en este debate se plantean aspectos totalmente actuales, problemas teóricos más o menos solubles pero sobre todo un conflicto social radical. Estos días se esta montando un revuelo bastante importante con la llegada del nuevo obispo conservador Munilla. Ayer fué su nombramiento y un sector de la sociedad dolido (por maltratado) con esta institución le recibió de la mejor manera que pudo, mientras que otro sector, encantado de la fiesta, lo recibía con su típica pasión ciega. Me parece que puede ser este un momento interesante para debatir algunas cuestiones que se plantearon en la P.E.A. Pego a continuación el manifiesto. 



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CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS Y A TODOS SUS FELIGRESES




Reconocemos nuestras limitaciones como seres humanos, reconocemos ese sentimiento que surge al interrogarnos por el sentido del mundo que habitamos y el desconsolado silencio de la vida ante semejante cuestionamiento. Y sin embargo disfrutamos interrogando. Disfrutamos llegando por nuestros propios medios a pequeñas pero firmes soluciones. No renegamos de nuestra racionalidad ni de nuestra inteligencia (la poca que tengamos); más bien reconocemos no tener otra cosa en esta existencia para entender el Mundo y para explicarnos nuestras vidas.
La aceptación de este principio firme (independientemente de que nos cueste luego un esfuerzo llevarlo adelante siempre) nos lleva a renegar de cualquier secta, iglesia o comunidad supersticiosa pues consideramos que estas mutilan nuestra libertad de pensamiento y nos alienan (nos hacen extraños de nosotros mismos) en la medida en que introducen en nuestra vida, en nuestros procesos de entendimientos, cosas ajenas a nosotros y a lo que propiamente tenemos; la capacidad de raciocinio.
Por lo tanto se sigue de esto que también renegamos de la iglesia católica al seno de la cual pertenecemos contra nuestra voluntad. Consideramos que no renegar de ella sería ser cómplices de la misma y ante quienes perteneciendo y sabiendo que pueden dejar de hacerlo dicen no darle importancia porque no creen en el dogma; nos plantamos; eso es de una terrible hipocresía o dejadez.
El caso de la iglesia católica es de especial importancia para nosotros y para nuestra protesta ya que de todas las iglesias peligrosas (porque todas lo son) es la única que nos acoge como miembros reconocidos. Además su tradicional dominación moral (y física) en nuestra sociedad sigue reproduciéndose pues aunque cada día más personas (jóvenes) digan no tener ningún vinculo con ella y no asumir el credo, su moral continúa filtrada en las mentes de muchos (tal vez en las nuestras también) reproduciendo con ello en las formas de vivir de la mayoría una jerarquía de valores que consideramos inaceptables.
De todos estos valores el más pernicioso y el capital de todos es el de la ciega fe en el credo. Consideramos inaceptable para la salud pública un valor semejante pues las cosas que ocurren, el orden establecido (el orden social por ejemplo), las situaciones de injusticia... son situaciones que nos incumben y como tales, cuestiones que deben entrar al entendimiento y ser explicadas, argumentadas, justificadas y discutidas con arreglo a las estrictas capacidades racionales de las personas. Dejarlas al amparo de la Fe es irresponsabilidad.
Por ello rechazamos cualquier orden social de “pastores” y “ovejas” ciegamente obedientes gracias a no se sabe que creencias y fes.
Además, consideramos que la vida del ser humano termina al morir, que no hay un después de la vida, o que no es esta una cuestión que deba interferir en la organización y realización de esta misma vida (la única que hay).
No creemos en la resurrección de los muertos, ni en juicios finales, ni en la transubstanciación. Tan solo creemos en la capacidad de la inteligencia humana para fundamentar el orden de su propia vida social con arreglo al pensamiento crítico y a la filosofía. Estamos dispuestos a aceptar críticas de personas que nos refuten los argumentos y nos convenzan de otros mejores. Pero nunca obedeceremos a las palabras de sacerdotes traductores de la palabra divina. Creemos en la capacidad de construir escalas de valores perfectamente servibles y “universalizables”, como por ejemplo una fuerte idea de justicia que salga al auxilio de múltiples conflictos sociales. Nos negamos a aceptar la palabra del señor, pues no creemos en ella y no la sentimos más que como un cuento chino de dominadores.
No podemos comprender cómo se mantienen en pie ideas sobre ese Dios de la tradición si no es con ayuda de renegar de la razón y acometiendo saltos injustificables para la inteligencia, pidiéndole a esta que calle y agache la cabeza ante el miedo del mazazo celestial.
Consideramos que cualquier justificación/explicación del mal en el mundo es a costa de someter la inteligencia a los mandatos de una institución de quienes tradicionalmente han estado del lado de quienes ejercían ese mal. Este problema, el de cómo siendo vuestro Dios tan omnipotente y omnisabedor y, sobre todo, tan bondadoso y al mismo tiempo permitir tanto dolor, tanta injusticia, y tanto asesinato en el mundo es totalmente irresoluble; os tenéis que tragar la saliva cada vez que se os plantea la cuestión y parece que a vuestros fieles seguidores no les preocupa; tan solo decís, tened paciencia, Dios es bondad infinita, bajad la cabeza y os salvareis. Bien, a nosotros eso no nos sirve. Este desastre de planeta se justifica precisamente con instituciones como la vuestra, con iglesias y sectas que, casualmente, siempre están en lo más alto de la dominación.


Nos negamos a rechazar nuestros cuerpos y nuestros deseos. Más bien hacemos todo lo posible por disfrutar de ellos, para sentirnos también corporales. Nos gusta tocarnos, practicar sexo y no nos escandalizamos por ello, más bien lo asumimos como algo natural y sano.
En cuanto a las terribles desigualdades que alberga vuestra organización; no podemos explicarnos cómo una sola mujer puede seguir perteneciendo a ella. Las rechazáis, las consideráis como algo menos que el hombre. Prueba de ello es que jamás ha habido una mujer sacerdote. Si no las lleváis con la cabeza tapada con pañuelos no es gracias a vosotros y a vuestra eterna bondad, sino, más bien, a los meritos de muchas personas que han luchado durante los últimos siglos por alcanzar mayores cotas de igualdad social y por llegar a una sociedad mejor; casualmente estas personas siempre han sido vuestros enemigos.


Ya ha sido mucho lo que hemos aguantado; muchos años de escuela e inercia acrítica. Ahora nos plantamos, ya no os guardamos ningún respeto y la vergüenza que tanto habéis utilizado para someter se ha ido de nosotros. Deseamos que vuestra institución desaparezca, que en estos años próximos del siglo vayáis desapareciendo poco a poco hasta llegar al agotamiento. Todas las personas de vuestra institución que sinceramente luchan por un mundo mejor, quienes dan el cayo en la primera línea con los más necesitados; esperamos que trasladen su lucha fuera de vuestra red de medusa y se incorporen a otros bandos del lado de la claridad mental. Por supuesto deseamos que junto a vosotros se hundan el resto de las iglesias y sectas. En cuanto a nosotros, haremos lo posible por sobrevivir.


Por todo lo expresado aquí solicitamos la expulsión voluntaria (Apostasía) de la comunidad católica y hacemos un llamamiento abierto a todas las personas que se reconozcan en las palabras de este texto a que otro tanto de lo mismo. (Ver formulario abajo)


  Plataforma de Estudiantes por la Apostasía (P.E.A.)





Si desea apostatar (darse de baja de la iglesia católica) y no sabe cómo hacerlo, aquí le presentamos una forma de hacerlo.
Nota: El siguiente modelo de carta es una variación del original alojado en la Web Unión de Republicanos en la isla (http://www.nodo50.org/urisla/?q=node/178)


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