LA DIFICULTAD ES COMENZAR. Para el imbécil eso no es una dificultad, porque no conoce ninguna. Hace niños o hace libros, hace un niño, un libro... niños y libros sin interrupción. Le resulta totalmente indiferente, al fin y al cabo no piensa. El imbécil no conoce la dificultad, se levanta, se lava, sale a la calle, lo atropellan, se convierte en puré, le da lo mismo.
Thomas Bernhard.

No hay comentarios:
Publicar un comentario