viernes, 6 de mayo de 2011

LA LIBERTAD DEL ESPÍRITU

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Puesto que la necesidad de libertad y la idea no se provocan en aquellos que no están sujetos a molestias y a impedimentos, cuanto menos sensibles a esas restricciones seamos, menos se provocará el término y el reflejo de la libertad.

Un ser poco sensible a los obstáculos que surgen a la libertad del espíritu, a las adversidades que le imponen los poderes públicos, por ejemplo, o a las circunstancias exteriores de cualquier tipo, sólo reaccionará un poco contra esas adversidades.

No sufrirá ningún estremecimiento de rebelión, ningún reflejo, ninguna resistencia contra la autoridad que le impone ese obstáculo. Al contrario, en muchos casos se encontrará aliviado de una vaga responsabilidad. Liberarse, para él, su libertad, consistirá en sentirse descargado de la preocupación de pensar, de decidir, de desear.

Comprenden las consecuencias enormes de esto: en los hombres donde la sensibilidad por las cosas del espíritu es tan débil que las presiones que se ejercen sobre la producción de las obras del espíritu son imperceptibles, no hay reacciones, al menos exteriores.

Ustedes saben que esta consecuencia se verifica muy cerca de nosotros: observen en el horizonte los efectos más visibles de esta presión sobre el espíritu, y al mismo tiempo observen la poca reacción que provoca. Esto es un hecho.

Paul Valéry, de "La libertad del espíritu".


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