- Usted, señor director, vive atrincherado aquí dentro, nunca se deja ver, nadie sabe a las órdenes de quien trabaja ; de hecho, no se obedece, sino que cada cual va estupidizándose al ritmo de sus endebles hábitos, que es lo que se pretende. ¡Qué trampa para gente joven proclive a la comodidad y la indolencia! Nada se exige aquí de toda esa energía que, potencialmente, anima el espíritu juvenil ; nada se pide de aquello que podría distinguir a un verdadero ser humano. Ni el valor ni la inteligencia, ni la lealtad ni la diligencia, ni el placer de crear ni el deseo de esforzarse pueden aquí ayudarlo a uno a abrirse paso en la vida ; es más : está prohibido demostrar energía y vitalismo. ¡Cómo no iba a estarlo con este sistema de trabajo lento, perezoso, árido y miserable! Adiós, caballero, me voy a hacer algún trabajo sano, aunque sea remover tierra con una pala o cargar sobre mis hombros sacos de carbón. Me gusta cualquier tipo de trabajo, excepto aquellos cuya práctica no ponga en juego todas las energías disponibles.
- Aunque en realidad no lo merezca, ¿desea que le expida una carta de presentación?
- ¿Una carta de presentación? No, no me la expida. Si sólo merezco una carta mala, como máximo, prefiero que no lo haga. Yo mismo me expediré en lo sucesivo mis propias cartas de presentación. A partir de ahora sólo quiero tomarme a mí mismo como referencia cuando alguien me pida cartas de presentación : esto dejará la mejor de las impresiones en la gente sensata y perspicaz. Me alegra irme de su lado sin carta de presentación, pues una carta expedida por usted sólo me recordaría mi propio miedo y mi cobardía, un estado de indolencia y privación de energías, días enteros desperdiciados inútilmente, tardes agitadas por furiosas tentativas de liberación, noches transidas de una nostalgia muy hermosa, aunque sin objetivo. Le agradezco su intención de despedirme de tono amistoso : me demuestra que he estado frente a un hombre que quizá haya entendido algo de lo que he dicho.
- Joven, es usted demasiado impulsivo -dijo el director-. ¡Se está minando el futuro!
- No quiero un futuro, lo que quiero es un presente. Me parece lo más valioso. Sólo se tiene un futuro cuando no se tiene un presente, mientras que si se tiene un presente, uno hasta se olvida de pensar en el futuro.
Robert Walser, Los hermanos Tanner
No hay comentarios:
Publicar un comentario