jueves, 29 de marzo de 2012

EN MARCHA

Ya no podemos siquiera imaginarnos por dónde comienza una insurrección. Sesenta años de pacificación, de suspensión de las convulsiones históricas, sesenta años de anestesia democrática y de control de los acontecimientos han debilitado en nosotros una cierta percepción abrupta de lo real, el sentido partisano de la guerra en curso. Para empezar, ésta es la percepción que hay que recuperar.

No hay que indignarse porque desde hace cinco años se aplica una ley tan notoriamente anticonstitucional como la Ley sobre la Seguridad Cotidiana. No sirve protestar legalmente contra la implosión consumada del marco legal. Hay que organizarse en consecuencia.

No hay que compremeterse con tal o cual colectivo ciudadano, con tal o cual callejón sin salida de extrema izquierda, con la última impostura asociativa. Todas las organizaciones que pretenden cuestionar el orden actual tienen, en una versión más pantomímica, la forma, las maneras y el lenguaje de Estados en miniatura. Todas las veleidades de "hacer otra política" sólo han contribuido, a día de hoy, a la extensión indefinida de los seudópodos estatales. [...]

Ya no hay que esperar -una iluminación, la revolución, el apocalipsis nuclear o un movimiento social-. Seguir esperando es una locura. La catástrofe no es lo que viene, sino lo que hay. [...]

Dejar de esperar es, de un modo u otro, entrar en la lógica insurreccional. Es volver a oír, en la voz de los gobernantes, el ligero temblor de terror que nunca les abandona. Pues gobernar no ha sido  nunca otra cosa que retrasar mediante mil subterfugios el momento en que la multitud te atrapará, y todo acto de gobierno es tan sólo un modo de no perder el control sobe la población.

Partimos de un punto de extremo aislamiento, de extrema impotencia. Todo el proceso insurreccional está por construir. Nada parece menos probable que una insurrección, pero nada resulta más necesario.
La insurreción que viene
Comité invisible

Panorama des incendies dans Paris du 23 au 25 mai - Lithographie d'Emile Deroy - Musée Carnavalet.-

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