Delirante descripción en tercera persona que hace de sí mismo el autor Pidgin, Jean Pierre Aimé Lucas, nacido en Dieppe en 1796, autor del "Tratado de aplicación de los trazados geométricos en las líneas y superficies del primer grado o principios sobre las relaciones de la primera y segunda potencias", en el cual resuelve el problema, por otra parte irresoluble, de la cuadratura del círculo.
Su autorretrato dice así:
"El autor de la cuadratura del círculo no ha sido favorecido por la naturaleza únicamente en cuanto a las facultades intelectuales, sino que ésta también le ha provisto de grandes atractivos físicos; goza de una constitución robusta, a pesar de que su fisonomía pudiera indicar lo contrario; posee un vista penetrante, tiene un gusto exquisito, el olfato de lo más impresionable, el oído fino y el tacto delicado; su fuerza física es considerable, si se tiene en cuenta su estructura, que parece menuda, y ello es tan cierto que puede en un sólo día recorrer 25 leguas a pie y volverlas a hacer el día siguiente; por otra parte, cultivó con provecho todos los juegos gimnásticos, lo cual contrariaba mucho a sus adversarios.
La naturaleza le ha dotado también de una gran destreza, puesto que le resulta posible dedicarse con éxito a cualquier tipo de trabajos de arte que se le quiera asignar; pues conviene que lo sepa usted, lector, la naturaleza ama y protege las artes.
A los nueve años, era herrero; se convirtió en carpintero, carretero, ebanista, mecánico, constructor de barcos (pues ha hecho modelos), escultor, tornero en madera y metal; ha trabajado la piedra de construcción, es albañil, cantero, calderero, cristalero, decorador, pintor, dibujante, arquitecto, litógrafo, sastre, incluso zapatero, pues ha conseguido hacer el zapato sin costuras; y, al mandar componer su obra, ha comprendido la posibilidad de colocar en el componedor los caracteres sin tocarlos, procedimiento que ya existía, pero que él ignoraba. No se pueden poner en duda todas estas cualidades, pues ha dado pruebas de las mismas; sin embargo, nada es aprendido; le basta con ver obrar, comprende enseguida las dificultades que hay que vencer, pone manos a la obra y lo consigue.
Podría dedicarse a la literatura, la historia, la política, con éxito; hará versos tan bellos y más correctos que los que han salido de la pluma de los más famosos poetas, sin conocer siquiera las reglas establecidas. En una palabra, todo lo que es posible para los demás hombres, el autor de la cuadratura del círculo puede hacerlo, a menudo con el mismo grado de perfección, y el algunos casos puede incluso superarles. Pero, la parte en la que destaca, y a la que se dedica de manera más especial, es la de las ciencias exactas. Lo único que le resulta imposible es el estudio de las lenguas extranjeras; por eso, sus éxitos en latinidad han sido menos que mediocres; ello se debe a su pronunciada aversión por todo lo que es extranjero, siendo por carácter y por principios eminentemente nacional.
Independientemente de sus cualidades, el autor de la cuadratura del círculo posee además las prendas del corazón; es sensible sin querer parecerlo, es afable por naturaleza; es sencillo en sus costumbres, en su forma de vestir y en su manera de vivir: quiere a su familia y especialmente a su madre, a la cual no ha faltado más que dos veces, y por una razón que no era censurable. Impulsivo, petulante y convencido de su superioridad, odia a los que le contradicen torpemente, y cuando intentan enfrentarse a él se enfurece, y algunas veces llega incluso a pegar. Amigo sincero de la verdad, combate a ultranza a mentirosos e hipócritas y de manera todavía más especial a los corruptores e intrigantes; finalmente, al igual que la naturaleza, de la que en cierto modo es representación viva, abate sin piedad a sus enemigos, y les perdona sin rencor cuando reconocen sus errores.
(...) Lo he destruido todo, es cierto, pero también he rescontruido para la eternidad. Mi obra quedará siempre en pie y no será ampliada más que por la mano del nuevo genio que la naturaleza tenga a bien crear en tiempos más lejanos".
En una nota dejó escrito que el año más problable para la aparición de su sucesor será el 4444.
Extraído del fantástico libro "En los confines de las tinieblas: los locos literarios" de Raymond Queneau.
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