La cafebrería “Esdrújulo” cierra a final de mes
sus puertas tras más de ocho años ofreciendo
buen café y mejores libros a sus visitantes.
El escritor Leopoldo María Panero
fue su cliente más fiel.
La Gaceta de Canarias,
lunes, 14 de abril de 2008
A dónde vas a ir ahora -se dice a sí mismo Leopoldo- que han bajado para siempre las persianas del “Esdrújulo”, donde jugabas a vivir, donde te enfrentabas a la nada, donde bebías tus cocacolas y fumabas tus eternos cigarros. A dónde irás ahora cuando salgas del psiquiátrico y busques un rincón para ser más tú, ser Leopoldo Panero el hombre y no Leopoldo Panero el loco, ser el que cita de memoria a Pound o a Mallarmé, el que recita con esa cadencia tan oscuramente lúcida. A dónde vas a ir ahora a pasar las tardes, a bostezar, a cagarte en las naciones y en los psiquiatras, a buscar ciervos ciegos en el bosque abisal de la página. Dónde escribirás ahora, con tu letra nerviosa, el poema claro, desnudo, violento, tajante. Han cerrado el “Esdrújulo” -se dice a sí mismo Leopoldo-, han bajado sus persianas para siempre, y es como si aquí no pasara nada, en este país, una persiana más, sólo es una persiana que se cierra, un puto fracaso más que no cambiará nada, que no alterará la agenda de la ministra de cultura, pero que a ti te ha dejado en la calle, sentado en la acera, mudo, testigo de la catástrofe cotidiana y con unas ganas terribles de matar a alguien.
Joseba R.Kartetxo
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